Cuando nos compramos un teléfono móvil nuevo sabemos que está creado a prueba de ciertos golpes, caídas y que sigue funcionando aunque se le someta a temperaturas bastante bajas o altas. Nuestro organismo funciona del mismo modo, aunque igual que le sucede a nuestro teléfono, si las condiciones a las que lo sometemos son desfavorables o extremas, puede sufrir daños importantes.
Por ello, como ya os he explicado en otras ocasiones, el estrés puede afectar a nuestra salud, sea en forma de crisis de ansiedad, de sentirnos muy nerviosos casi a diario, tener dificultades para dormir por no conseguir quitar las preocupaciones de nuestra cabeza o cuando se nos cierra el estómago y perdemos el apetito.
Cuando esto ocurre es muy importante que lo detectemos lo antes posible para poder ponerle remedio a corto plazo; antes de que se cronifique. Cuando ya hemos detectado que existe un problema que nos está afectando en nuestro día a día, es importante que busquemos ayuda de un profesional.
Si tenemos un problema de ansiedad, un psicólogo clínico nos puede ayudar a entender qué es lo que nos está pasando y cuál es el problema que tenemos. Si el estrés nos ha ocasionado un trastorno de ansiedad, aunque no sea grave, es importante que podamos entrenarnos en habilidades para manejar el estrés y la ansiedad, tales como la respiración diafragmática, la relajación o la meditación.
Aunque estas estrategias son muy útiles y nos van ayudar en gran medida a manejar los síntomas de ansiedad que resultan tan molestos, también es posible que sea conveniente que trabajemos sobre las cuestiones que nos han provocado dicha ansiedad, sean del tipo que sean, porque nos facilitarán poder saber cuando somos más vulnerables a volver a tener problemas de ansiedad. Esto nos ayudará a poder prevenirlos o, por lo menos, a solicitar ayuda lo antes posible.
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