Generalmente, las ciencias humanas han dado mayor importancia a los
estados psicopatológicos. Por este motivo, las descripciones de los
pacientes se han centrado frecuentemente en las enfermedades y en el
intento por descubrir las causas o factores que pudiesen explicar estos
resultados, dejando a un lado a las personas que lograban superarse y
salir adelante airosamente.
Sin embargo, en nuestra vida, y especialmente en la vida profesional, nos encontramos frecuentemente con personas que han vivido en situaciones de tragedia o estrés, que parecen difíciles o imposibles de superar. Desde hace mucho tiempo, la humanidad ha observado que algunos seres humanos logran superar estas condiciones severamente adversas y que, además, logran transformarlas en una ventaja o un estímulo para su desarrollo bio-psico-social.
Debido a que este es uno de los temas que más me apasiona del campo de la Psicología, os escribo acerca de él, por segunda vez en este blog.
Foto cortesia de Mario Otero
A esta capacidad para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas, es a lo que los psicólogos llamamos resiliencia.
Para poder hablar de que una persona es resiliente deben darse, como mínimo, estas dos condiciones:
- Haber vivido una situación de adversidad importante (como por ejemplo vivir en una familia disfuncional, tener una adicción, la ausencia de personas significativas que favorezcan nuestro desarrollo, haber sufrido una catástrofe con importantes consecuencias para la propia persona o el fracaso escolar).
- La capacidad de superarse ante estas circunstancias complejas.
Para finalizar, yo me quedo con la frase de Jaques Philippe "Las situaciones que nos hacen crecer de verdad son precisamente aquellas que no dominamos".
La próxima semana, os hablaré de las características de personalidad de las personas resilientes. ¡Hasta la próxima semana!
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