La fibromialgia es un problema de salud reconocido como enfermedad por la Organización
Mundial la Salud en el año 1992. Constituye una de las situaciones de dolor
crónico generalizado más frecuentes en la población, así como uno de los problemas
sanitarios más actuales en los países en desarrollo.
La fibromialgia es una afección crónica de etiología desconocida, caracterizada por la presencia de dolor crónico músculoesquelético generalizado, con bajo umbral de dolor, hiperalgesia y alodinia (dolor producido por estímulos habitualmente no dolorosos).
En
estos pacientes, la presencia del dolor crónico suele coexistir con otros
síntomas, fundamentalmente fatiga y problemas de sueño, pero también
pueden estar presentes parestesias, rigidez articular, cefaleas,
sensación de tumefacción en manos, ansiedad, depresión, problemas de
concentración y memoria.
El
curso natural de la fibromialgia es crónico, con fluctuaciones en la
intensidad de los síntomas a lo largo del tiempo. El diagnóstico de la
fibromialgia es clínico, por falta de una prueba objetiva y no se apoya,
por tanto, en ninguna prueba analítica, de imagen o anatomopatológica
específica.
Sin
embargo, a pesar de todos estos datos, el impacto de la fibromialgia
varía mucho de unas personas a otras. Hay casos en los que estos pacientes pueden seguir llevando una vida lo más normalizada
posible y, sin embargo, hay otros en los que se aislan de su entorno
social y se sienten totalmente incapacitados para trabajar.
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