Como ya hemos comentado en la entrada de la semana pasada "Tengo miedo a la oscuridad", la infancia es una época de la vida en la cuál es muy común tener miedos. Muchos de ellos desaparecerán con el tiempo de forma espontánea, aunque otros permanecerán algún tiempo más.
Tal y como os he explicado, los miedos suelen aparecer en los primeros años de la infancia, una edad en la que el niño aún no es capaz de entender, por sí mismo, el mundo que le rodea y no puede separar lo que es real de lo imaginario. Por tanto, los miedos tendrán un poder sobre él/ella importante, ya que anticiparán todo lo malo que les puede pasar cuando se sienten así.
Para los padres es complicado observar que su hijo tiene miedo a algo y que lo está pasando mal. Por ello, es bastante común que reaccionen de estas dos formas:
- se preocupan en exceso porque ven que su miedo va a más en lugar de desaparecer y tratan de protegerlo de todo aquello a lo que teme o,
- tienden a ignorar la angustia que siente, forzándole a afrontar aquella situación que le aterra y no permiten que exprese la ansiedad diciéndole frases como "No te asustes, no te pongas así...".
Cualquiera de las dos estrategias descritas anteriormente suelen ocasionar la cronificación del problema, evitando así que el miedo pueda desaparecer naturalmente.
Por tanto, para ayudar a que los miedos de nuestro hijo no empeoren es muy importante transmitirle seguridad y dejarle que exprese sus sentimientos. También es necesario recordar que no es conveniente estar exponiéndole a aquello que le da miedo continuamente, ni forzarle a que lo haga cuando no se siente preparado.
La idea es que afronte poquito a poco sus miedos, para lo que podemos acompañarle a esos sitios que le asustan, mostrándole que estamos a su lado y que le apoyaremos en todo momento. Iremos reforzando todos los pequeños acercamientos que haga al objeto temido, por muy pequeños que sean. Por otro lado, es muy importante dar ejemplo con nuestra propia conducta, de forma que nuestro hijo pueda ver que el miedo es algo normal, que a nosotros también nos asustan algunas cosas y que hacemos intentos por superarlas. Ese será un gran aliciente para él.
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