martes, 25 de marzo de 2014

¿Cómo piensan las personas con depresión?

Nuestros pensamientos están relacionados con lo que sentimos y con cómo actuamos. Continuando con el tema de la depresión iniciado la semana pasada, hoy os escribo sobre los errores en el pensamiento que suelen cometer las personas con depresión.

El nombre que reciben estos errores es distorsiones cognitivas. Se producen de forma sistemática cuando procesamos la información procedente de nuestro entorno y condicionan nuestra visión del mundo, del futuro y de nosotros mismos.


Los tipos más comunes de distorsiones cognitivas son:
  • Personalización: tendencia a verse como responsable de algún acontecimiento que se debe a factores externos a uno mismo.
  • Abstracción selectiva: evaluar un hecho únicamente teniendo en cuenta un aspecto específico e ignorando el resto de la información.
  • Generalizar: obtener conclusiones generales a partir de un detalle específico.
  • Pensamiento dicotómico: tendencia a calificar los sucesos en términos extremistas, sin tener en cuenta los puntos intermedios.
  • Inferencia arbitraria: extraer conclusiones sin datos objetivos que las apoyen.
  • Magnificación/minimización: exagerar los errores que comete uno mismo y los éxitos de los demás y minimizar los aciertos propios y los errores ajenos.
En conclusión, el pensamiento depresivo no se basa en las evidencias. Se expresa en términos absolutistas y conduce a grandes sentimientos de tristeza y desesperanza, produciendo malestar e inactividad, así como dificultades a la hora de realizar las tareas cotidianas (Sevillá y Pastor, 2004).

martes, 18 de marzo de 2014

¿Me siento triste o tengo depresión?

La tristeza es una de las emociones básicas descritas por Darwin y Ekman (para más información leer esta entrada del blog ¿Son iguales las emociones en todo el mundo?). Es muy común que las personas nos sintamos tristes en algunos momentos de nuestras vidas, especialmente cuando atravesamos momentos difíciles. 

Sin embargo, a veces esta tristeza alcanza una intensidad muy elevada, una duración prolongada y acaba interfiriendo en la vida cotidiana de las personas: su trabajo, sus actividades habituales, sus relaciones con los demás, etc... En este momento, es muy importante que valoremos si existe o no un trastorno depresivo mayor.


Diagnosticamos un episodio depresivo mayor, según el DSM-IV-TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), cuando la persona presenta cinco o más de los siguientes síntomas, siendo necesario que se cumpla uno de los dos primeros:
  • Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día.
  • Ausencia de placer al realizar actividades habituales.
  • Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño.
  • Disminución importante en el peso sin hacer régimen o aumento importante del mismo.
  • Cansancio y falta de energía.
  • Sentimientos de culpa excesivos.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Agitación o enlentecimiento en los movimientos del cuerpo.
  • Pensamientos repetitivos de muerte o suicidio. 
A veces, el límite entre la tristeza normal y la depresión es bastante complicado de establecer. Y aunque todos sintamos la tristeza en ocasiones, si observamos que esta emoción se convierte en algo crónico, puede ser aconsejable acudir a un especialista. A día de hoy, la depresión se considera como una de las complicaciones médicas que más pueden dañar nuestra calidad de vida.

martes, 11 de marzo de 2014

¿Nos conformamos para ser aceptados por el grupo?

Solomon Asch fue un psicólogo estadounidense con una trayectoria profesional muy reconocida en el ámbito de la Psicología Social.

Asch diseñó varios experimentos para tratar de conocer cómo se puede ver modificado el comportamiento de las personas ante la presión del grupo. El objetivo de su estudio fue medir la conformidad social. Sin embargo, la información que recibían los sujetos que fueron reclutados para el experimento era que lo que estaban midiendo era su capacidad de juicio visual.

A los sujetos se les presentaban dos tarjetas. En la primera de ellas había una única línea vertical, mientras que en la segunda  se presentaban otras tres líneas verticales de diferentes tamaños. La tarea consistía en decicir cuál de las tres se parecía más a la línea de muestra que aparecía en la primera tarjeta.

Sin embargo, lo más sorprendente del estudio, era el hecho de que todos los sujetos que se encontraban en la sala donde se realizaba el experimento estaban compinchados con el experimentador, excepto uno; el sujeto experimental.


El procedimiento consistía en que todos los sujetos iban dando su respuesta, la cuál era errónea, y nuestro sujeto experimental era de los últimos en contestar. Éste se sentía muy sorprendido ante las contestaciones del resto de las personas, por lo que podía reaccionar de dos formas diferentes. Una, diciendo la respuesta realmente correcta y, otra, adaptándose a la opinión del resto de la gente que había en la sala, aún cuando sabía que era falsa.

Las conclusiones del estudio fueron que la mayoría de los sujetos experimentales se adaptaban a la respuesta del grupo. Sólo un 25% aproximadamente de las personas que realizaron el experimento no cedieron en ninguna ocasión a la presión del grupo.
De esto se desprende la importancia que tiene para nosotros, los humanos, el pertenecer a un grupo, las opiniones de los demás, etc, llegando incluso a aceptar ideas que sabemos que no son correctas o con las que no estamos de acuerdo.

martes, 4 de marzo de 2014

¿Son iguales las emociones en todo el mundo?

Las emociones son uno de los temas centrales de la Psicología y también uno de los más estudiados.

Uno de los primeros estudiosos de las emociones fue Charles Darwin. En su trabajo clásico La expresión de las emociones en el hombre y los animales escribió sobre la información que recopiló durante muchos años acerca de cómo las personas de diferentes culturas y los animales (tanto los domésticos como los salvajes) expresan sus emociones. Para Darwin, todas las personas que experimentan las mismas emociones lo hacen mediante expresiones faciales idénticas. Por tanto, entendía la expresión emocional como innata y universal.


Ekman también realizó investigaciones transculturales en torno a este tema. Es muy conocido su estudio de las emociones en Papúa Nueva Guinea. La gente que habitaba allí había mantenido una cultura bastante aislada, sin influencias de otras culturas más extendidas. Su trabajo consistió en contar historias a sus habitantes. Posteriormente, les mostraban tres fotografías y ellos tenían que seleccionar aquella que representaba la emoción que más concordaba con la historia. Dichas fotografías incluían seis emociones: alegría, ira, tristeza, sorpresa, miedo y asco. El resultado de su estudio fue que, incluso en culturas tan aisladas como la de Nueva Guinea, eran capaces de identificar con un alto nivel de concordancia las expresiones faciales en las fotografías tomadas a personas pertenecientes a culturas que no les eran conocidas.

En conclusión, tanto Darwin como Ekman, estaban de acuerdo en que las emociones eran innatas. Sin embargo, a pesar de que la expresión facial de las emociones sea la misma transculturalmente, sí que hay diferencias en la forma en la que expresamos nuestros sentimientos en las diferentes culturas. Por ejemplo, las culturas mediterráneas tienden a mostrar la tristeza, pero a los británicos se les indica que no deben hacerlo. Estas reglas culturales de expresión de las emociones se aprenden en la sociedad en la que vivimos desde nuestros primeros años de vida.