martes, 27 de mayo de 2014

¿Qué es el duelo patológico?

La mayoría de los estudios sobre la evolución del duelo indican que el 90% de las personas que están viviendo este proceso remitirán espontáneamente, sin necesidad, por tanto, de ningún tipo de tratamiento.

Sin embargo, adaptarse a la pérdida de un ser querido y continuar con nuestra vida tras el fallecimiento de una persona relevante puede ser especialmente complicado en algunas situaciones.

Por ello, en algunas ocasiones, el duelo puede complicarse, dando lugar al duelo patológico. Entendemos por duelo patológico aquel que supone una incapacidad para afrontar la muerte de esa persona significativa, impidiendo alcanzar los niveles de bienestar emocional y de funcionamiento previo. Se produce, por tanto, un deterioro notable en las capacidades del individuo, sus relaciones con los demás, etc.


En ocasiones, diferenciar el duelo normal del patológico puede ser complejo, debido a la falta de unos límites claros entre ambos fenómenos. García-Campayo (2012) ha señalado algunos aspectos que pueden ser de ayuda a la hora de diferenciarlos:
  • El duelo normal suele aparecer a los pocos días del fallecimiento, pudiendo resultar incapacitante durante días. El doliente puede negar algunas circunstancias de la muerte e incluso identificarse con el fallecido (imitando algunos de sus rasgos). En ocasiones, pueden escuchar la voz del fallecido o verlo puntualmente, pero reconociendo que no es real. También pueden padecer síntomas similares a los que causaron la muerte y desarrollar conductas culturalmente aceptables en relación al muerto (como por ejemplo el luto).
  • El duelo patológico aparece unas semanas o meses después del fallecimiento, pudiendo resultar incapacitante durante semanas. La persona en duelo puede negar la muerte, creer que aún vive, e incluso pensar que él mismo es el fallecido. Puede tener alucinaciones complejas y estructuradas y sentir que se va a morir de la misma enfermedad que la persona que ha muerto y acudir al médico por tener la sospecha de padecer dicha enfermedad. También puede desarrollar conductas anormales como poner altares, visitar el cementerio diariamente.

Fuente: García-Campayo (2012). Manejo del duelo en Atención Primaria. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, 2 (2). 

    martes, 20 de mayo de 2014

    El duelo

    Continuando en la línea de las semanas pasadas, hoy os voy a escribir sobre el duelo.  

    Generalmente, el duelo se considera un proceso normal en la vida de las personas. Sin embargo, en otras ocasiones, el fallecimiento de un ser querido puede ser para la persona un suceso traumático y ocasionar un gran malestar psicológico, dando lugar a algún trastorno presente en las clasificaciones psiquiátricas diagnósticas actuales.

    El duelo hace referencia a un conjunto de procesos psicológicos y psicosociales que siguen a la pérdida de una persona con la que el sujeto estaba vinculado afectivamente.


    Aunque solemos hablar de duelo siempre en referencia a la muerte de personas queridas, el duelo puede darse también ante otro tipo de situaciones: pérdida de partes anatómicas del individuo (parálisis, amputaciones...), circunstancias personales (pérdida de trabajo, de estatus o de relaciones interpersonales), fallecimiento de un animal doméstico, etc.

    A pesar de que, tradicionalmente, se hablaba de fases del duelo, hoy en día se considera que el duelo presenta diferentes componentes, debido a que no siguen una sucesión temporal estricta y pueden solaparse varios de ellos simultáneamente. Dichos componentes son:
    • shock: en los momentos iniciales. Suele aparecer ante sucesos imprevistos.
    • desorganización: suele ocurrir también al principio.
    • negación: como forma de reacción frecuente a sucesos inesperados.
    • depresión: confirma que el duelo se está llevando a cabo de forma adecuada.
    • culpa: consiste en pensamientos acerca de lo que podría haber hecho para evitar el suceso.
    • ansiedad: surge ante el miedo a los cambios que sucederán en la vida sin el fallecido.
    • ira: puede surgir hacia personas que no han colaborado durante el suceso.
    • resolución/aceptación: ocurre cuando la persona se ha adaptado a las modificaciones del suceso a su propia vida.
    La próxima semana hablaremos sobre cómo podemos diferenciar el duelo normal del duelo patológico.

    martes, 13 de mayo de 2014

    Francine Shapiro y el "EMDR"

    En 1987, Francine Shapiro, una estudiante de postgrado de Psicología, estaba caminando por un parque en California. Tenía varios pensamientos perturbadores rondando en su mente y, casualmente, comenzó a mover sus ojos rápidamente. Shapiro observó que estos movimientos oculares lograban que el pensamiento saliera de su mente.

    Posteriormente, cuando volvía a pensar en dichos pensamientos, notaba que ya no le molestaban como antes. Por ello, comenzó a experimentar deliberadamente con otros recuerdos que le resultaban molestos de su pasado. El resultado fue que estos pensamientos le dejaban de molestar.


    Empezó a probarlo con otras personas, en un primer momento, sin patología, encontrando los mismos resultados obtenidos por ella. Posteriormente, trabajó con este método con veteranos de la Guerra de Vietnam, de la Segunda Guerra Mundial y personas que habían sufrido abusos sexuales. Estas personas sí tenían ya un trastorno psiquiátrico conocido, el trastorno de estrés postraumático (trastorno del que hemos hablado en la entrada anterior del blog, titulada Resurgiendo de las cenizas).

    Posteriormente, Shapiro, fue perfeccionando el método. Lo llamó EMDR, lo cuál significa Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares. 

    A día de hoy, EMDR es un abordaje psicoterapeútico que se emplea para el tratamiento de las dificultades emocionales causadas por experiencias difíciles en la vida del sujeto, desde fobias, ataques de pánico, fallecimientos traumáticos, duelos, hasta accidentes y desastres naturales.

    Este abordaje ha sido validado científicamente. Además, en el año 2009, el APA (Asociación Americana de Psiquiatría) reconoció el EMDR como la psicoterapia más efectiva para el tratamiento de los efectos del trauma. Sin embargo, es importante reconocer que se han realizado más estudios controlados con EMDR que con cualquier otro método, por lo que otros abordajes aún no han podido demostrar si son eficaces o no.

    Fuente: Web Oficial de EMDR España.

    martes, 6 de mayo de 2014

    Resurgiendo de las cenizas

    Cuando las personas sufren un acontecimiento traumático, que rompe su burbuja personal, se puede producir un trastorno de estrés postraumático.

    Sin embargo, no es necesario haber experimentado en primera persona este tipo de sucesos, sino que simplemente puede ocurrir porque alguien les ha explicado algún evento caracterizado por muertes o amenazas para su integridad física.


    En estas situaciones las personas reaccionan con temor, desesperanza o un horror intensos. Los síntomas más comunes que pueden aparecer en este trastorno son:
    • Síntomas de reexperimentación como recuerdos recurrentes que provocan malestar, pesadillas, tener la sensación de que el evento traumático está sucediendo en el preciso momento e intensificación de los síntomas al exponerse a elementos que recuerdan al trauma.
    • Evitación de los estímulos asociados al trauma como un intento de la persona de distanciarse del dolor que le ocasiona el acontecimiento perturbador.
    • Síntomas de aumento de la activación como insomnio, irritabilidad, hipervigilancia, reacciones de sobresalto y dificultad para concentrarse.

     Sin embargo, el haber sufrido un trauma no siempre tiene que tener estas consecuencias negativas. A veces también viene acompañado de positivas, actuando como un potencial instrumento de cambio de la dirección de la propia vida. Algo así como sucede con los fénix, aquellos pájaros míticos que tenían la habilidad de resucitar, de resurgir a partir de sus cenizas.