La mayoría de los estudios sobre la
evolución del duelo indican que el 90% de las personas que están
viviendo este proceso remitirán espontáneamente, sin necesidad, por
tanto, de ningún tipo de tratamiento.
Sin embargo, adaptarse a la pérdida de un ser querido y continuar
con nuestra vida tras el fallecimiento de una persona relevante puede ser especialmente complicado en algunas
situaciones.
Por ello, en algunas ocasiones, el duelo puede complicarse, dando lugar al duelo patológico. Entendemos por duelo patológico aquel que supone una incapacidad para afrontar la muerte de esa
persona significativa, impidiendo alcanzar los niveles de bienestar emocional y
de funcionamiento previo. Se produce, por tanto,
un deterioro notable en las capacidades del individuo, sus relaciones con los
demás, etc.
En ocasiones, diferenciar el duelo normal del patológico puede ser complejo, debido a la falta de unos
límites claros entre ambos fenómenos. García-Campayo (2012) ha señalado algunos
aspectos que pueden ser de ayuda a la hora de diferenciarlos:
- El duelo normal suele aparecer a los pocos días del fallecimiento, pudiendo resultar incapacitante durante días. El doliente puede negar algunas circunstancias de la muerte e incluso identificarse con el fallecido (imitando algunos de sus rasgos). En ocasiones, pueden escuchar la voz del fallecido o verlo puntualmente, pero reconociendo que no es real. También pueden padecer síntomas similares a los que causaron la muerte y desarrollar conductas culturalmente aceptables en relación al muerto (como por ejemplo el luto).
- El duelo patológico aparece unas semanas o meses después del fallecimiento, pudiendo resultar incapacitante durante semanas. La persona en duelo puede negar la muerte, creer que aún vive, e incluso pensar que él mismo es el fallecido. Puede tener alucinaciones complejas y estructuradas y sentir que se va a morir de la misma enfermedad que la persona que ha muerto y acudir al médico por tener la sospecha de padecer dicha enfermedad. También puede desarrollar conductas anormales como poner altares, visitar el cementerio diariamente.
Fuente: García-Campayo
(2012). Manejo del duelo en Atención Primaria. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, 2 (2).
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