martes, 24 de febrero de 2015

La llegada de un hermanito nuevo

El nacimiento de un nuevo hermano es un motivo de alegría para la familia. Sin embargo, también puede ser un momento difícil para el niño que, hasta ahora, recibía toda la atención de sus padres sin tener que compartirla con nadie más.

Los niños pueden reaccionar de diferentes formas ante la llegada del nuevo hermanito: pueden mostrarse enfadados, pueden querer que ese niño no viva su casa, pueden tener celos o pueden alegrarse por tener a alguien con quien podrán jugar.


Algunas de las pautas que podemos tener en cuenta para que nuestro primer hijo no se sienta desplazado son las siguientes:
  • Lo más importante es reconocer las emociones que siente el niño. Es normal que un niño sienta que su nuevo hermanito está ocupando toda la atención y tiempo de sus padres. Por ello, es fundamental que vea que comprendemos cómo se siente, diciéndole "Sé que estás triste porque ahora pasamos menos tiempo los dos solos, pero tú eres muy importante para mí. ¿A qué quieres que juguemos cuando vuelvas del colegio?"
  • Dedicar tiempo a estar con él a solas, sin que esté presente el nuevo niño. Es importante planificar alguna actividad en la cuál los padres pasen tiempo con su primer hijo sin la interferencia del nuevo. Estos momentos son vitales para que el niño recuerde que su mamá sigue siendo su madre y que ya no sólo lo es del nuevo hijo.
  • Darle tareas especiales: el hermano mayor puede colaborar con las labores de cuidado del nuevo hermano: puede escoger la ropa que le vamos a poner, ayudar a preparar el biberón, llevarle un juguete, etc...
  • Algo que también podemos tener en cuenta es que, en el momento en que presentamos a los dos hermanos, el nuevo hermanito no esté en brazos de su madre, sino que lo vea en la cuna, por ejemplo.

Estas son algunas ideas que os pueden servir de ayuda y, aunque podría señalar otras muchas, considero que las dos primeras son fundamentales.
¡Hasta la próxima semana!

martes, 17 de febrero de 2015

El arte de amargarse la vida

"El nuevo libro de Paul Watzlawick se puede leer medio en broma y medio en serio". Con estas palabras comienza el libro de este autor que lleva por título El arte de amargarse la vida.

Dicho libro se ha convertido en un best seller desde su primera publicación en el año 1983, siendo traducido a más de 80 idiomas. 


Está escrito en forma de pequeñas historietas y cuentos, empleando ejemplos literarios y refranes con el fin de dar a conocer a las personas las formas que empleamos para solucionar problemas o cómo nos enfrentamos a determinadas situaciones en la vida.

Me parece un libro muy recomendable, apto para cualquier público de edad adulta, ya que a pesar de ser un texto escrito por un reconocido psicólogo, que ha hecho importantes conctribuciones al campo de la Psicología y la terapia familiar, emplea un vocabulario y una forma de expresar sus ideas de fácil comprensión. Sin embargo, la realidad es que, de fondo, en este volumen se expresan ideas más complejas y que pueden hacernos reflexionar acerca de cómo nos comportamos. 

Otro de los puntos a destacar del libro es que está escrito empleando un tono irónico, que puede provocar la risa en el lector, lo cuál es algo difícil de conseguir porque a veces habla de momentos de la vida en los cuáles las personas podemos estar sometidos a un importante estrés o podemos estar pasándolo realmente mal.

Además de recomendaros encarecidamente que leáis el libro, ya que es una obra verdaderamente buena, podéis usarlo como un útil manual para tratar de evitar aquellas acciones o situaciones que pueden hacer que nuestra vida se convierta en una auténtica pesadilla.

martes, 10 de febrero de 2015

Puedo confiar

Para poder trabajar con personas que tienen un trastorno alimentario, lo primero que debemos crear es un clima de confianza. Y aunque esto parece fácil de decir, ¿cómo conseguimos que alguien que no nos conoce confíe en nosotros?

La verdad es que la cuestión es complicada, porque la confianza tiene mucho que ver con nuestras propias experiencias personales. Para que una determinada persona pueda poder confiar en otra, puede ser necesario que le sonrían y le den la mano al entrar en la consulta; mientras que, otra persona puede necesitar que le digan que van a ser sinceros con ella y que van a respetar siempre su forma de pensar.


Por otro lado, además de la confianza, vamos a tener que recordar que, aunque el motivo de consulta por el que vienen es un problema con la alimentación, la realidad es que pocas veces vamos a tener éxito si tratamos de cambiar las pautas alimentarias que actualmente siguen (sea una restricción alimentaria importante como darse atracones) desde un primer momento. Y es que, si fuera tan sencillo de modificar, ellos mismos lo habrían conseguido sólo con proponérslo. 

Estas pautas alimentarias que han ido estableciendo se han convertido en una constumbre en sus vidas y algo que sabemos a ciencia cierta es que las costumbres en nuestras vidas son muy complejas de cambiar, porque se convierten en parte de nuestra vida diaria. 

Por tanto, según mi perspectiva de trabajo, será primordial que comencemos por establecer un buen clima de confianza entre nosotros y el paciente, mientras paralelamente vamos conociendo algo más del problema por el que han decidido pedir ayuda. El siguiente paso será trabajar con las emociones que llevan a la persona a limitar su ingesta o a meterse atracones para que, cuando puedan manejarlas más adecuadamente, consigan tener unos hábitos alimenticios más saludables.

martes, 3 de febrero de 2015

Aprendiendo a manejar las emociones

Para poder intervenir con las personas que presentan trastornos alimentarios tendremos que hacer una amplia recogida de información, desde los datos que ya solemos recoger habitualmente, hasta los específicos de la alimentación (peso, IMC, si ha realizado dietas o no, si se purga (léase entrada del blog ¿Cuáles son los trastornos alimentarios?) de alguna manera, si se da atracones, etc...).

Otro de los aspectos fundamentales en los que tendremos que centrar nuestra atención es en el apego (si queréis saber algo más sobre este tema podéis leerlo en la entrada que he escrito acerca del apego: "Lo más importante, el amor") que han formado estas personas cuando eran niños con sus cuidadores principales. 



El apego es el vínculo que se genera entre el cuidador y el niño. La figura de apego es la que nos proporciona el alimento, así como la seguridad, calma y consuelo en los momentos en los que nos sentimos amenazados. 

Cuando los niños son pequeños internalizan que mamá los lleva al cole, pero que va a estar a la hora de la salida para recogerlos y que podrán pasar luego un ratito con ella. Ya desde edades muy tempranas entienden que su madre no les está abandonando, que es sólo una separación temporal y que se pueden ir con tranquilidad con el resto de los niños de su clase.

Aunque, generalmente, no se observa que las personas con trastornos alimentarios hayan tenido familias caóticas o cuidadores que no se hiciesen cargo de ellas, sí que ocurre en muchos casos que no han podido aprender a regularse emocionalmente a partir de esta relación establecida con sus figuras de apego. En la mayoría de las ocasiones, este aprendizaje no ha tenido lugar no por mala fe de los padres o porque "pasaran de ellos", sino porque sus propios progenitores tampoco saben regular sus emociones de forma adecuada.

Por tanto, algo que debemos explorar y, probablemente tendremos que trabajar es la regulación emocional. Sin embargo, el primer paso va a ser ganar su confianza. Esto no será fácil de entrada, ya que la mayoría no van a presentar conciencia de enfermedad, por lo menos inicialmente, y tendrán poco interés en cambiar sus pautas de alimentación actuales.