Para poder trabajar con personas que tienen un trastorno alimentario, lo primero que debemos crear es un clima de confianza. Y aunque esto parece fácil de decir, ¿cómo conseguimos que alguien que no nos conoce confíe en nosotros?
La verdad es que la cuestión es complicada, porque la confianza tiene mucho que ver con nuestras propias experiencias personales. Para que una determinada persona pueda poder confiar en otra, puede ser necesario que le sonrían y le den la mano al entrar en la consulta; mientras que, otra persona puede necesitar que le digan que van a ser sinceros con ella y que van a respetar siempre su forma de pensar.
Por otro lado, además de la confianza, vamos a tener que recordar que, aunque el motivo de consulta por el que vienen es un problema con la alimentación, la realidad es que pocas veces vamos a tener éxito si tratamos de cambiar las pautas alimentarias que actualmente siguen (sea una restricción alimentaria importante como darse atracones) desde un primer momento. Y es que, si fuera tan sencillo de modificar, ellos mismos lo habrían conseguido sólo con proponérslo.
Estas pautas alimentarias que han ido estableciendo se han convertido en una constumbre en sus vidas y algo que sabemos a ciencia cierta es que las costumbres en nuestras vidas son muy complejas de cambiar, porque se convierten en parte de nuestra vida diaria.
Por tanto, según mi perspectiva de trabajo, será primordial que comencemos por establecer un buen clima de confianza entre nosotros y el paciente, mientras paralelamente vamos conociendo algo más del problema por el que han decidido pedir ayuda. El siguiente paso será trabajar con las emociones que llevan a la persona a limitar su ingesta o a meterse atracones para que, cuando puedan manejarlas más adecuadamente, consigan tener unos hábitos alimenticios más saludables.
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