La comunicación verbal (lo que expresamos cuando hablamos, con nuestras palabras) y la comunicación no verbal (nuestros gestos, postura corporal, etc) proporcionan información de lo que pensamos, sentimos y de cómo actuamos a nuestros interlocutores.
Todas las personas somos capaces de reconocer y entender la comunicación no verbal de los demás. Nuestra cara es el lugar donde se reflejan, más comúnmente, nuestras manifestaciones emocionales. Sin embargo, no aporta una información más válida que cualquier otra señal. De hecho, nuestro rostro puede llegar a ser más mentiroso que otras partes de nuestro cuerpo, porque sabemos que la atención de los otros se dirige, en mayor medida, hacia él.
Es evidente que las personas empleamos una gran cantidad de pistas no verbales al decidir cuando alguien está mintiendo. Estamos especialmente dispuestos a creer que alguien lo hace si esa persona vacila antes de responder a una pregunta o elige una respuesta que está esquivando el tema en cuestión.
Otra de las situaciones en las que podemos pensar que alguien está faltando a la verdad es cuando ambos tipos de comunicación (verbal y no verbal) son discrepantes, provocando ambigüedad en el
mensaje que estamos transmitiendo.
Un ejemplo muy claro es cuando alguien cercano nos dice "Te quiero", pero su expresión facial y corporal refleja claramente su desinterés o molestia hacia nosotros. En esos casos, esas palabras pueden tener un efecto opuesto en nosotros, entendiendo que no nos quiere realmente, pero trata de hacernos creer que sí lo hace.
Y aunque estas diferencias en la comunicación verbal y no verbal pueden dar lugar a conflictos o problemas en las relaciones humanas, obsesionarse con poder controlar lo que nuestra cara o cuerpo expresan, tampoco es una solución adecuada, ya que este tipo de comunicación es mucho más espontánea que la otra. Además, todos esos intentos de manipular nuestras expresiones faciales o la postura de nuestro cuerpo, harán que se perciban por el otro como muy artificiales, por lo que, nuevamente, estaríamos atrapados en ese lenguaje ambigüo del que os hablaba.