martes, 30 de diciembre de 2014

La tarea de Sally y Ana

La semana pasada iniciábamos el tema de las habilidades sociales. En la entrada del blog de hoy, me gustaría continuar con este tema tal y como os he prometido la semana pasada.

El tema que he escogido para hoy son las habilidades sociales mentalistas, o sea, aquellas que implican que podamos atribuirle estados mentales a otras personas (deseos, creencias, intenciones, etc), independientemente de que concuerde con nuestro punto de vista o no. Esta habilidad implica la capacidad de ponernos en el lugar de otra persona, es decir, de empatizar con ella, habilidad con la que tienen dificultades las personas autistas.

Foto cortesía de Mario Otero

Para evaluar qué personas poseen esta habilidad podemos emplear la tarea de Sally y Ana. Esta tarea es una de las más conocidas y fue creada en el año 1985 por Baron-Cohen, Leslie y Frith.

La tarea es la siguiente: se presentan dos muñecas al niño, llamadas Sally y Ana. Sally tiene una cesta y Ana una caja. La primera de las muñecas, Sally, esconde una canica en su cesta y se va. A continuación, Ana cambia la canica de sitio, introduciéndola en su caja.

Al niño se le hace la siguiente pregunta: ¿Dónde buscará Sally la canica?

Tras varios estudios con dicha tarea, Baron-Cohen y colaboradores encontraron que el 80% de los niños con autismo contestaba incorrectamente a la pregunta, indicando que Sally buscaría la canica en la caja donde la introdujo Ana, que es donde realmente se encuentra la canica.

Por otro lado, dichos investigadores observaron que la mayor parte de los niños normales o con síndrome de Down de 4 años, contestaron correctamente a la tarea, que Sally buscaría la canica en su cesta al creer que está donde ella la dejó.

Aunque esta tarea ha demostrado ser útil para valorar las habilidades de mentalización en niños, la realidad es que no sirve como instrumento diagnóstico del autismo, porque no todas las personas que lo presentan responden inadecuadamente a la tarea de Sally y Ana.

martes, 23 de diciembre de 2014

Las habilidades sociales

Los seres humanos somos seres sociales, por lo que, desde que nacemos, vivimos en contacto con otras personas con las que tenemos que aprender a relacionarnos. Aunque pueda parecer que esto es algo que dominamos de forma innata, la realidad es que no es así, ya que las desarrollamos tras un proceso de aprendizaje.

Estas habilidades que debemos aprender para poder relacionarnos adecuadamente con los demás es a lo que llamamos habilidades sociales. Entendemos por habilidades sociales aquellas que nos permiten iniciar, mantener y finalizar la interacción con otros, responder a las claves sociales pertinentes, reconocer sentimientos y proporcionar retroalimentación positiva (como por ejemplo cuando nos saludan poder devolver ese saludo con una sonrisa), como negativa (rechazar una proposición que no nos interesa), entre otras muchas habilidades.


Las habilidades sociales se clasifican en varios grupos:
  • Habilidades de comunicación y lenguaje: hacen referencia a los componentes básicos del habla (el tono de voz, el volumen, la velocidad, etc), saber saludar, iniciar una conversación, hacer preguntas, hablar en público y la escucha activa.
  • Habilidades mentalistas y emocionales: como por ejemplo saber hacer cumplidos, aceptar los cumplidos de los demás, ponerse en el lugar del otro, expresar emociones, opiniones, sentimientos...
  • Habilidades de autoafirmación: algunas de ellas son saber aceptar una crítica constructiva, pedir favores, solicitar cambios de conducta, pedir disculpas, defender los propios derechos, respetar los derechos de los demás, saber jugar con otros, etc...

Aprender habilidades sociales es muy importante para que las personas puedan integrarse en la sociedad y sean aceptados por ésta. La buena noticia es que no hay edad para dicho aprendizaje, ya que cualquier momento es bueno para mejorar nuestras habilidades para relacionarnos con los demás y que, cuánto más practiquemos, ¡más las dominaremos!

martes, 16 de diciembre de 2014

"Dime lo que sientes"

Conocer y entender nuestras emociones es fundamental para poder desempeñarnos adecuadamente en nuestra vida diaria, porque nos permite poder tener control sobre lo que sentimos y estar cómodos con nuestros sentimientos.

En primer lugar, me gustaría empezar por aclarar lo que entendemos por emoción. Las emociones son los estados afectivos que experimentamos como reacción al ambiente que nos rodea. La emoción se compone de diferentes tipos de cambios:
  • A nivel fisiológico: puede producir en nuestro organismo reacciones como incremento de la tasa cardíaca, tensión muscular, relajación, sudoración, etc.
  • A nivel cognitivo: como por ejemplo pensamientos de culpa o pensamientos recurrentes acerca del tema que nos preocupa.
  • A nivel conductual: pueden aparecer conductas como la evitación o por el contrario la aproximación hacia otras personas.

Para poder trabajar con las emociones, podemos emplear diferentes métodos o abordajes. Hoy os presento un recurso que me parece muy interesante para poder enseñar a las personas a identificar sus propias emociones. Este recurso es el Emocionario.

Emocionario: Di lo que sientes (www.palabrasaladas.com/emocionario.html), es un libro de la Editorial Palabras Aladas, que trata acerca de 42 emociones que las personas podemos sentir; tales como la ternura, el amor, el odio, la ira, el alivio, la alegría, el miedo, etc. En el libro se explican, de forma sencilla, todas y cada una de estas emociones a través de unas preciosas imágenes y de descripciones verbales. Algunas de las cuestiones que se especifican son qué implica esa emoción, en qué circunstancias se puede producir e incluso ofrece ejemplos de situaciones típicas en las cuáles las personas se sienten de esa determinada forma. 

Os invito a que lo conozcáis porque es un libro que merece enormemente la pena, tanto para el trabajo en terapia, como para enseñar las emociones a vuestros hijos.

martes, 9 de diciembre de 2014

Las emociones: nuestras compañeras de viaje

Las emociones nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida en las cosas que hacemos y condicionan nuestra forma de ver el mundo.

Así, para muchos psicólogos nuestras emociones, nuestra conducta y nuestros pensamientos están interrelacionados. De esta forma si, por ejemplo, estoy en el metro y una persona me empuja, lo que hago como consecuencia de ello dependerá de estos tres factores:
  • Si pienso que lo ha hecho intencionalmente, me enfadaré o me sentiré molesto y mi reacción será en esa línea, como por ejemplo devolver el empujón o ponerle mala cara.
  • Si pienso que ha sido sin querer, pensaré que no tiene importancia y le diré que no pasa nada.

Sin embargo, en nuestra vida, generalmente, las personas aprendemos equivocadamente que lo importante es sentirse bien y tratamos de evitar a toda costa las emociones negativas, como pueden ser la tristeza, la ira, el miedo, etc... Por ello, es muy común ver que las personas tratan de negar estas emociones o que se automedican para no sentirse de una determinada forma. 

Por este motivo, es muy importante que las personas sepan que todas las emociones son importantes en nuestra vida, incluso aunque nos hagan pasar malos momentos. Cuando alguien importante para nosotros fallece, lo normal es sentirse triste y no estar feliz, al igual que si aparece un león delante de nosotros, lo lógico es que sintamos miedo. Estas emociones son necesarias en esos momentos, ayudándonos a mantenernos vivos y a adaptarnos a situaciones nuevas.

Por ello, los psicólogos trabajamos continuamente con las emociones, ayudando a que las personas no se queden "atascadas" en ellas, pero que entiendan que son necesarias y útiles para nosotros.

La próxima semana os escribiré acerca de cómo podemos trabajar con ellas. ¡Os espero!

martes, 2 de diciembre de 2014

"Tengo celos de ti..."

Todas las personas hemos sentido celos hacia otras personas, ya sea nuestra pareja, un compañero del trabajo o de un amigo. Los celos aparecen como una reacción ante una amenaza de pérdida, ya sea real o percibida.

Sin embargo, este tipo de conductas se consideran normales si ocurren de forma puntual y no se convierten en algo habitual. Si no es así, y empiezan a ocurrir más frecuentemente, pueden convertirse en celos patológicos.

Foto cortesía de Mario Otero

Las personas con celos patológicos se caracterizan porque pierden el control de su propia conducta y emplean una gran cantidad de tiempo y energía en indagar y vigilar a la otra persona, impidiéndole llevar una vida normal.

Así, cuando los celos se producen en una pareja, pueden ocasionar una limitación importante en la vida de la persona celosa y de su pareja, ocasionando un gran sufrimiento en ambos.

Según un artículo publicado en el periódico El Mundo (www.elmundo.es/salud), para la psicóloga clínica Olga Castanyer, los celos son una forma de dependencia emocional. Según ella, la persona celosa necesita que la otra le haga sentir único, que sólo le quiera a él, para poder sentir que vale.

Por ello, el primer paso consiste en dectectar si existe o no un problema de celos. Para poder hacerlo, la clave está en si el "celoso" tiene una actitud vigilante hacia la otra persona: si revisa las cosas personales de la pareja, como la agenda, el móvil, la ropa, los armarios... y siempre está observando de forma que, cualquier pequeña cosa, puede ser un motivo de sospecha para el celoso.

A continuación, si la valoración es que existen celos patológicos, se puede comenzar la terapia con dos objetivos: terminar con las sospechas irracionales de infidelidad y modificar los comportamientos orientados a verificar las sospechas.

Fuente: El mundo.es

martes, 25 de noviembre de 2014

25 de Noviembre: Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer

Hoy es 25 de noviembre, declarado por la ONU como Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, motivo por el que, este mes, hemos estado trabajando sobre cuáles son las características que tenemos que promover en nosotros mismos para poder realizar una buena entrevista con pacientes que se encuentren en estas situaciones.

Lo primero que tenemos que conseguir es que confíen en nosotros, que nos vean como personas que las van a poder ayudar. La confianza que ellas depositen en nosotros va a estar condicionada por el grado de apoyo emocional que han recibido de nosotros. 

Entonces, si esto es tan importante, ¿cuáles creéis vosotros que son las cualidades o características que ha de tener un buen entrevistador?


En este curso, hemos trabajado algunas de ellas. Las más importantes son las siguientes:
  • Empatía: capacidad para comprender los pensamientos y emociones de otra persona y poder transmitírselo.
  • Calidez: proximidad afectiva paciente/entrevistador. Hace referencia al "clima" que se crea en la entrevista.
  • Concreción: capacidad para delimitar objetivos mutuos y compartidos.
  • Respeto: capacidad del entrevistador para transmitir al paciente que su problema nos atañe y que nos preocupa.
  • Asetividad: capacidad para afirmar o negar con seguridad, defendiendo sus derechos sin herir o perjudicar los de las otras personas.
  • Baja reactividad: se refiere al tiempo que tardamos en responder, evitando interrumpir y guardando silencios necesarios.

Aunque podemos dar muchas otras respuestas a esta pregunta, éstas son las que a mí me parecen que son necesarias, pero podríamos señalar otras distintas.

¿Añadiríais vosotros alguna?

martes, 18 de noviembre de 2014

II Edición del Curso de "Experto en mediación en mujeres víctimas de violencia de género"

Por segundo año consecutivo, desde hace una semana, participo como docente en la segunda edición del curso de "Experto en mediación en mujeres víctimas de violencia de género". Por ello, os escribo sobre una de las cuestiones que hemos trabajado hoy: ¿cómo podemos detectar qué mujeres pueden estar siendo víctimas de la violencia de género?

A pesar de que ésta es una cuestión complicada de detectar, os doy algunas indicaciones para que sirvan como guía:


Algunas de las demandas más típicas por las que suelen acudir las personas que están en esta situación pueden ser:
  • Presentar síntomas crónicos vagos que no encajan con un diagnóstico de enfermedad concreto.
  • Historia de depresión.
  • Intentos de suicidio.
  • Ingesta crónica de tranquilizantes, abuso de alcohol.
  • Trastorno de estrés postraumático.
  • Problemas ginecológicos y disfunciones sexuales.
Po otro lado, su comportamiento en nuestra consulta suele responder con el siguiente patrón: suelen pedir consultas con frecuencia sin justificación lógica aparente, retrasos u olvidos de citas sin justificación lógica aparente y falta de atención o concentración.

En cuanto a la actitud con la que suelen acudir, es frecuente que se muestren de alguna de las siguientes formas:
  • Agresiva sin causa aparente.
  • Evasiva, con mirada huidiza, temerosa.
  • Deprimida o triste.
  • Desvalorización de sí misma (calificándose como torpe o incapaz).
Aunque tenemos que valorar cada caso por separado, estas son algunas de las indicaciones que podéis seguir para identificar posibles casos que podéis tener delante. ¡Espero que os sirva!

martes, 11 de noviembre de 2014

¿Soy resiliente?

La resiliencia no es un fenómeno de todo o nada, sino que es cuestión de cantidad. Una persona puede ser más resiliente y otra serlo menos. Por otro lado, dentro de la misma persona, puede haber también variabilidad dependiendo de las situaciones.

La investigación ha encontrado que existen diferentes características de personalidad que definen a las personas resilientes:
  • Control emocional: las personas resilientes se sienten cómodas con sus sentimientos y son capaces de expresarlos. La diferencia entre una persona resiliente y otra que no lo es, es la capacidad para recuperarse de esa emoción. Así, los resilientes, no se "atascan" en una emoción y, aunque se sientan tristes, dicha emoción no les impide hacer frente a la situación y seguir adelante.
  • Control de los impulsos: todos tenemos impulsos a hacer cosas y decir cosas que no son adecuadas. Los resilientes tienen la capacidad de frenar dichos impulsos, ya que han interiorizado que hay que "detenerse y pensar" antes de actuar.
  • Optimismo realista: las personas optimistas son más felices, más sanas, más productivas, son mejores resolviendo problemas y tienen menos probabilidades de deprimirse. Las personas resilientes poseen un optimismo realista, ya que no niegan los problemas, sino que se ven a sí mismas en cada situación de forma positiva.
    • Pensamiento flexible: implica ver los problemas desde diferentes perspectivas. Cuando una persona resiliente tiene un problema con otra, es capaz de verlo desde ambas perspectivas. Esta flexibilidad de pensamiento provoca un aumento en la probabilidad de encontrar soluciones adecuadas a los problemas, así como tener preparado un "plan B" por si la primera solución no funciona.
    • Autoeficacia: conocen cuáles son sus fortalezas y sus debilidades y eso les ayuda a manejarse en la vida. Además, al sentirse eficaces en el mundo, suelen tener una autoestima alta.
    • Empatía: los resilientes están interesados en los sentimientos y experiencias de los demás y quieren ayudarles cuando atraviesan momentos difíciles. Suelen tener amistades fuertes y saludables, que conforman una buena red de apoyo.
    • Asumir riesgos: son personas con confianza en sí mismos, por lo que tienden a intentar cosas nuevas, asumiendo riesgos con cautela, aún cuando no tengan claro que van a salir de las situaciones con éxito.

    martes, 4 de noviembre de 2014

    La resiliencia: "el arte de navegar entre torrentes"

    Generalmente, las ciencias humanas han dado mayor importancia a los estados psicopatológicos. Por este motivo, las descripciones de los pacientes se han centrado frecuentemente en las enfermedades y en el intento por descubrir las causas o factores que pudiesen explicar estos resultados, dejando a un lado a las personas que lograban superarse y salir adelante airosamente. 

    Sin embargo, en nuestra vida, y especialmente en la vida profesional, nos encontramos frecuentemente con personas que han vivido en situaciones de tragedia o estrés, que parecen difíciles o imposibles de superar. Desde hace mucho tiempo, la humanidad ha observado que algunos seres humanos logran superar estas condiciones severamente adversas y que, además, logran transformarlas en una ventaja o un estímulo para su desarrollo bio-psico-social.

    Debido a que este es uno de los temas que más me apasiona del campo de la Psicología, os escribo acerca de él, por segunda vez en este blog.

    Foto cortesia de Mario Otero

    A esta capacidad para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas, es a lo que los psicólogos llamamos resiliencia.

    Para poder hablar de que una persona es resiliente deben darse, como mínimo, estas dos condiciones:
    • Haber vivido una situación de adversidad importante (como por ejemplo vivir en una familia disfuncional, tener una adicción, la ausencia de personas significativas que favorezcan nuestro desarrollo, haber sufrido una catástrofe con importantes consecuencias para la propia persona o el fracaso escolar).
    • La capacidad de superarse ante estas circunstancias complejas.

    Para finalizar, yo me quedo con la frase de Jaques Philippe "Las situaciones que nos hacen crecer de verdad son precisamente aquellas que no dominamos".

    La próxima semana, os hablaré de las características de personalidad de las personas resilientes. ¡Hasta la próxima semana!

    martes, 28 de octubre de 2014

    El árbol rojo

    Los libros nos transportan a otras realidades unos minutos de nuestras vidas, nos hacen disfrutar y nos ayudan a aprender cosas nuevas. A veces, los cuentos nos permiten vivir nuestros sueños a través de la vida del protagonista y de sus hazañas y nos hacen sentir miles de emociones. Por ello, me parecen un recurso importantísimo para favorecer nuestro desarrollo.

    A raíz de la entrada del blog que he escrito acerca del libro de Frances Allen, algunos de vosotros me habéis ido preguntando por algunos de los libros con los que yo suelo trabajar. Y, aunque la lista sería enorme, para la entrada del día de hoy os voy a escribir sobre uno de mis libros favoritos. Es un libro que no habla de técnicas psicológicas, ni de protocolos de trabajo, pero que a mí me hace sentir cosas muy especiales y, la mejor parte, es creo que soy capaz de transmitirlas con él también a los demás.

    El título del libro es El árbol rojo y su autor es Shaun Tan. Dicho autor es un conocido ilustrador y escritor australiano de libros para niños. Ha ganado ya numerosos premios, como el premio Crichton en 1995 o el reconocimiento de Libro Ilustrado del año CBCA en 1999.


    El libro relata la historia de una joven, a través del mundo de los sueños y la fantasía, que viaja de la desesperación hacia la búsqueda de la esperanza. Toda la historia se centra en los sentimientos de la protagonista del cuento, sin existir interacción con otros personajes. Y lo más impresionante, es que todas estas emociones son transmitidas al lector a través de unas increíbles ilustraciones y sólo unas pocas líneas de texto.

    Comienza con esta frase, con la que creo que todos nosotros nos podemos haber sentido identificados alguna vez, "A veces el día empieza vacío de esperanzas". Posteriormente, continúa con el relato de cómo ella camina cabizbaja por las calles de un mundo irreal, donde nadie entiende nada, donde el mundo es una máquina sin sentido y los problemas forman parte del día a día. La vida transcurre manchada por la confusión y la soledad, sintiéndose perdida, sin rumbo. Sin embargo, cuando parece que ya no hay retorno, que no hay salida, aparece la esperanza y lo ilumina todo con su luz.

    Realmente, es un libro esperanzador y mágico, que os recomiendo a todos.  Así que, ¡no perdáis vuestra oportunidad de soñar con el árbol rojo!