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martes, 26 de julio de 2016

Los monstruos a veces también pueden ser nuestros amigos

Los miedos a los monstruos y los fantasmas son muy comunes durante la infancia. Con el tiempo, cuando nos vamos haciendo adultos, esos miedos suelen ir desvaneciéndose para dejar paso a otros como por ejemplo el miedo a perder nuestro trabajo, a que nuestra pareja nos abandone, etc... Sin embargo, algunos adultos siguen teniendo miedo a la oscuridad, a lo desconocido y a los cambios. 

Una película que a mí me ha gustado mucho es la de Monstruos S. A. Seguramente todos vosotros la habéis visto hace años, porque supuso un cambio en la idea preconcebida que las personas tenemos acerca de los monstruos, haciéndonos llegar a adorar a esos bichitos con los que hemos tenido pesadillas cuando éramos sólo unos niños.


Monstruos S. A. relata la historia de Monstruópolis, un lugar en el que los monstruos viven sin tener ningún tipo de contacto con los seres humanos, ya que son tóxicos para ellos. Sin embargo, tienen una empresa (que tiene el mismo nombre de la película), en la que se obtiene la energía que administra la ciudad. Dicha energía se consigue a través de los gritos de los niños cuando se asustan porque un monstruo ha entrado en su habitación. 

Sin embargo, algo ocurre cuando un día, un monstruo se deja una puerta abierta después de haber asustado a una niña. Tras pasar un tiempo intentando deshacerse de ella, se dan cuenta de que no es tóxica, como anteriormente creían. 

Al igual que a los protagonistas de la película, a nosotros nos ocurre que a veces anticipamos un peligro potencial, especialmente cuando se trata de algo que desconocemos y pensamos que no podemos controlarlo. 

Por otro lado, en Monstruos S. A. resuelven la situación de una forma muy interesante: gracias a estar en contacto con los seres humanos (a los que previamente le tenían miedo), descubren una nueva fuente de energía más potente aún, la de la risa. Así, parece que la moraleja de la película es clara: no todo aquello que tememos es realmente peligroso, sino que además puede suponer para nosotros algo positivo.

martes, 15 de julio de 2014

¿Qué puedo hacer cuando mi hijo tiene miedo?

Como ya hemos comentado en la entrada de la semana pasada "Tengo miedo a la oscuridad", la infancia es una época de la vida en la cuál es muy común tener miedos. Muchos de ellos desaparecerán con el tiempo de forma espontánea, aunque otros permanecerán algún tiempo más. 

Tal y como os he explicado, los miedos suelen aparecer en los primeros años de la infancia, una edad en la que el niño aún no es capaz de entender, por sí mismo, el mundo que le rodea y no puede separar lo que es real de lo imaginario. Por tanto, los miedos tendrán un poder sobre él/ella importante, ya que anticiparán todo lo malo que les puede pasar cuando se sienten así.


Para los padres es complicado observar que su hijo tiene miedo a algo y que lo está pasando mal. Por ello, es bastante común que reaccionen de estas dos formas: 
  • se preocupan en exceso porque ven que su miedo va a más en lugar de desaparecer y tratan de protegerlo de todo aquello a lo que teme o, 
  • tienden a ignorar la angustia que siente, forzándole a afrontar aquella situación que le aterra y no permiten que exprese la ansiedad diciéndole frases como "No te asustes, no te pongas así...".

Cualquiera de las dos estrategias descritas anteriormente suelen ocasionar la cronificación del problema, evitando así que el miedo pueda desaparecer naturalmente.

Por tanto, para ayudar a que los miedos de nuestro hijo no empeoren es muy importante transmitirle seguridad y dejarle que exprese sus sentimientos. También es necesario recordar que no es conveniente estar exponiéndole a aquello que le da miedo continuamente, ni forzarle a que lo haga cuando no se siente preparado. 

La idea es que afronte poquito a poco sus miedos, para lo que podemos acompañarle a esos sitios que le asustan, mostrándole que estamos a su lado y que le apoyaremos en todo momento. Iremos reforzando todos los pequeños acercamientos que haga al objeto temido, por muy pequeños que sean. Por otro lado, es muy importante dar ejemplo con nuestra propia conducta, de forma que nuestro hijo pueda ver que el miedo es algo normal, que a nosotros también nos asustan algunas cosas y que hacemos intentos por superarlas. Ese será un gran aliciente para él.

martes, 1 de octubre de 2013

¿Cómo interpretan los niños lo que le ha sucedido a Asunta?

Asunta ha entrado en nuestros domicilios, nuestras mentes y nuestros sentimientos, aún cuando hace unos días era una niña totalmente desconocida para nosotros.
El caso de esta niña es difícil de comprender hasta para los adultos, que ya tenemos una mente desarrollada y con unas capacidades maduras, por tanto la pregunta que se me viene a la cabeza es ¿cómo puede afectar a los niños? ¿cómo pueden interpretar estos sucesos tan impactantes?


El periódico La Voz de Galicia ha publicado un artículo en torno a este tema. En él escribe una de las psicólogas del GIPCE (Grupo de Intervención Psicológica en Catástrofes y Emergencias), el grupo que ha atendido a las víctimas del accidente del tren de Santiago de Compostela.

En este artículo, se explica el gran impacto emocional que supone un suceso así para los niños, debido a su falta de experiencia vital y de referentes. El aspecto central de este tema es que se ha infligido un daño a una menor por aquellas personas que tienen la labor de protegerla.
En casos como éste, es muy importante ayudar a realizar el duelo a los niños que conocían a Asunta, para los cuales ella ha desaparecido para siempre. En este momento, debemos apoyarles si necesitan  expresar sus dudas, temores, sentimientos o manifestar sus emociones.
Posteriormente, la tarea es que asuman lo que ha sucedido como algo "excepcional" y retornar a la normalidad de la vida cotidiana.

Os dejo un enlace al artículo por si queréis leerlo. La Voz de Galicia.

martes, 24 de septiembre de 2013

"Yo mataré monstruos por ti"

Todas las personas tenemos miedos. El miedo es una emoción normal en nuestra vida, e incluso, necesaria y puede aparecer ante cualquier tipo de estímulo, ya sea real o imaginario.
Tener miedo cumple una función adaptativa, debido a que provoca que nos comportemos de una manera segura. Por ejemplo, si ante nosotros aparece un tigre, lo normal es tenerle miedo e intentar escapar para seguir con vida. Si no nos provocase esta emoción, estaríamos poniéndonos en peligro vital.
A lo largo de nuestra vida, los miedos pueden ir variando, siendo mayores, en la mayoría de los casos, en la infancia y decreciendo a medida que nos hacemos mayores.


Aprender a hacer frente a estos miedos es muy importante para nuestro desarrollo. Y aquí viene la cuestión, ¿buscaremos a alguien a nuestro lado que ahuyente esos monstruos o aprenderemos nosotros mismos a ahuyentarlos?

Esta semana he leído en internet esta frase “Yo mataré monstruos por ti” y, en base a los comentarios, las personas parecían muy satisfechas con tener a alguien que lo hiciese por ellas. Este hecho me sorprendió bastante y me hizo plantearme lo poco que se valora la independencia y el poder hacerles frente uno mismo. 
Quizás la opción ideal sea poder decidir cuándo uno quiere que alguien solucione sus problemas y cuando uno lo va a hacer por sí mismo. Sin embargo, para poder tener esta libertad de elección, tenemos que tener ciertas habilidades que nos permitan hacerlo. Al fin y al cabo, esos recursos son los que nos hacen personas capaces de hacer frente a las adversidades del mejor modo posible.

Por tanto, me parece que junto a esa frase, debe ir también esta otra “Yo te enseñaré a matar tus propios monstruos”.